domingo, 11 de abril de 2010

Como suena

Lo que comenzó siendo una broma que permitía jugar con el acento canario y mi condición de músico, con el tiempo dio nombre a una empresa que nunca llegó a existir. En el camino quedaron tiendas de objetos para la vista, despachos de ilusiones independientes, risas y llantos, negocios sostenibles y sostenidos...... Asulmarino, como suena -no lo olviden al pronunciarlo- se ha colocado a empujones virtuales junto a mi nombre y suplanta impertinente y cómplice mi apellido familiar.

Hoy nombra, como no podía ser de otra forma, este primer atrevimiento público.
Es domingo mediodía y en mi ciudad hay quien sigue empeñado en ocultar las frivolidades e insuficiencias de unos políticos autonominados "conocedores culturales", tras un velo de aspiraciones a gran capital europea. Mientras movilizan ilusiones, despiertan intereses y despliegan una importante actividad muy puntual, ignoran y dejan morir estructuras educativas y culturales consolidadas, equipamientos para la lectura, agrupaciones profesionales y tantas otras cosas que evidentemente no aportan escaparate ni escenografía al sello promocional en que han convertido la actividad cultural.

Aspirar a conseguir la nominación como capital cultural europea me parece un reto ilusionante y una buena forma de activar y desarrollar proyectos que ayuden a construir una ciudad mejor. Ojalá consigan la capitalidad, a todos nos vendría muy bien, pero el precio de soportar esta forma de entender la gestión pública está suponiendo un coste muy alto para esta ciudad. Como suena.



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